Pueblo con carácter
en el corazón del maquis corsoOcupada desde tiempos prehistóricos, la zona de Giuncheto es testigo de una ocupación humana muy temprana. En la Edad Media, tomó la forma de un asentamiento disperso, típico de los modos de vida pastoriles. Hacia 1412, las tierras fueron cedidas a los monjes camaldulenses de Montecristo, que establecieron un monasterio y edificios agrícolas. Pero la historia de Giuncheto está marcada por la inseguridad: los ataques bárbaros destruyeron por completo las instalaciones religiosas.
No fue hasta el siglo XVII cuando la zona volvió a tener una vida estable. Los pastores de los alrededores volvieron a invernar aquí con sus rebaños, y poco a poco el pueblo se fue reconstruyendo tal y como lo vemos hoy.
La tradición oral local cuenta incluso que el apóstol Pablo hizo construir una iglesia y un pequeño monasterio en estas alturas antes de continuar su viaje a África.
⛪ Visita obligada: la iglesia de Saint-Antoine
En su visita, no se pierda la iglesia del barrio de Saint-Antoine, dedicada a San Pedro y San Pablo. Construida en granito, esta iglesia destaca por su elegante sobriedad y su posición dominante, un auténtico mirador sobre el valle de Ortolo. Un lugar tranquilo, ideal para la contemplación.